Llegamos al final de esta serie de reportajes que llamamos Sobrevivientes, un proyecto ganador del FAICC de la Municipalidad de Concepción.
En estas notas periodísticas conocimos lugares entrañables de Concepción: SABA, la reparadora de calzado Adonai, la Sociedad Lorenzo Arenas y la escondida Sociedad de Empleados de Comercio. Todos ellos son una clara muestra de establecimientos, locales, empresas u organizaciones que han sabido sobrevivir el paso del tiempo y hoy son una muestra del Concepción de antaño.
Nuestro objetivo no ha sido otro que poner en valor estos locales y dar cuenta de su historia, tal vez, con la esperanza que otros como ellos no mueran.
Casa Orellana: los inicios de un histórico centro de Concepción
Hoy en nuestro último capítulo quisimos conocer uno de los nombres más tradicionales de Concepción. Nos referimos a Casa Orellana.
En los años ochenta, este nombre se multiplicaba en las calles penquistas. No había una, ni dos ni tres locales. Tiendas de Casa Orellana hubo muchas y no sólo en el centro de Concepción, sino en Coronel, Los Ángeles y varias otras comunas de la región.
Hoy queda una sola tienda, frente a la Plaza Independencia. Aquí nos recibe su dueño, Ariel Orellana. Ariel es abogado de profesión y se ha especializado en causas medioambientales. Relacionado a esto, es también un consumado fotógrafo.
Fue su padre, Raúl Orellana, quien comenzó con un pequeño negocio en Coronel. Él era reportero gráfico, y había trabajado en varios diarios locales, entre ellos, algunos históricos como La Patria.


Los 6 hijos no tardaron en seguirle el camino. Al poco andar nació la empresa Orellana Hermanos. Una vez instalados en Concepción, el negocio creció de la mano de la tecnología. Desde las fotos blanco y negro, del revelado a mano a la Polaroid, las diapositivas y las cámaras 110 o 35 milímetros, hasta hoy, cuando los celulares reinan.

Casa Orellana: El secreto para sobrevivir el avasallador avance de la tecnología
Hoy el local es administrado por Carlos Andrés Sanchez, quien es yerno de Ariel Orellana. Nos recibió en su condición de jefe del local y contó el secreto para sobrevivir en el centro penquista. “Nosotros a lo largo de los años nos hemos conseguido adaptar a la funcionalidad de los pendrive, celulares y las máquinas instantáneas. Hemos modernizado, incluso, el sistema de revelado por las fotos del laboratorio”, comenta.
Le preguntamos si es que están volviendo las máquinas antiguas.
“Yo creo que nunca se ha ido. Siempre ha estado ahí, como un negocio latente. Pero es verdad que hay mucha gente que se entusiasma con el revelado analógico y eso nos está ayudando bastante”, reflexionó.

Los trabajadores de la familia de Casa Orellana
Claudia Moraga no para. Es inquieta por naturaleza y se mueve con total naturalidad por la tienda Orellana de calle Aníbal Pinto. Claramente, quiere su trabajo y, por lo que vemos, quiere también el contacto con los clientes. Ella es la primera que nos afirma que la foto analógica está de regreso.
“La gente encontró rollos en su casa para el terremoto o para el estallido y los empezó a revelar y les quedó gustando eso. Ahora los jóvenes, sobre todo, están volviendo a usar rollos. Están aburridos de miles de fotos de la misma escena. Entonces esto es mágico: es la foto y no hay repetición”, afirmó a Sala de Prensa.

La secretaria del único local que sobrevive en Concepción es Flor María Arellano. Lleva 31 años trabajando en el local y, como buena secretaria, conoce todos los secretos de la tienda y los trabajadores.
“El ambiente es bueno y yo prácticamente paso a ser el asistente social de la empresa, porque la secretaria siempre tiene que estar pendiente de la gente, que le cuentan sus problemas, las necesidades”, dijo.
Le preguntamos sobre la evolución de la foto. “Si, la fotografía del rollo pasó a lo digital y favorece mucho a los lolos, porque acá viene gente adulta y se queja y le cuesta mandar fotitos, pero sí se ha visto mucho el cambio”.
Sobre el retorno de la foto antigua, comentó que “los rollos 110 nosotros le llamamos rollos de teléfonos porque son larguitos y los de tubo son 135. Si volvió, después de la pandemia empezaron a llegar muchos rollos y la gente compra los rollos acá, así es que volvió. Las cámaras réflex también volvieron”, afirma con certeza.

El fotógrafo de Casa Orelllana: la foto de antes era mágica
Pero el corazón de esta tienda de Casa Orellana está en el subterráneo del local. Aquí conocemos a Miguel Cosmelli, lleva 37 años trabajando en la empresa y hoy lo encontramos recibiendo pedidos. Cosmelli, como buen trabajador, limpia y ordena, pero además toma fotos. Hay de estudio con diferentes fondos o bien las clásicas fotos tamaño carnet.
“La magia (de las fotos) era mejor antes. Pero en cuanto a los cambios que sufrió la fotografía tomando un proceso que es más rápido que es lo que la gente esta viviendo, queremos al instante y se está respondiendo al instante. Por ejemplo, una fotografía que vemos en estudio, se toma, se imprime y se entrega en 3 o 4 minutos”, afirmó mientras miraba de reojo los paquetes que le van llegando a la tienda.

Le preguntamos si cree que está volviendo la foto antigua. “Los rollos en estos momentos están viviendo un boom que no lo esperábamos porque la gente quiere recordar los viejos tiempos. Entonces hay mucha gente que está tomando fotografía con rollo y nosotros tenemos esa tecnología todavía y estamos funcionando y revelando los procesos como corresponde”, concluyó.



