Sobrevivientes: Adonai, la reparadora de calzado que resiste en el centro de Concepción

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Reparadora de Calzado Adonai | Foto: Sala de Prensa

En el centro de Concepción puedes encontrar lo que quieras: alimentación, vestuario, tecnología, instituciones financieras, librerías, confiterías, y un largo etc.

Hoy, el centro penquista ha cambiado y mucho estos últimos años. Las tiendas de carcasas para celulares y los populares “mall chinos”, abundan por doquier.

Hasta hace no mucho, era fácil encontrar una reparadora de calzado. Hoy se ha vuelto un tarea compleja. Ojo, no hablamos de zapaterías nacionales que siguen concentradas en calle Freire, aunque cada vez pierden más terreno frente a los productos asiáticos. Nos referimos a los lugares donde se repara el calzado. Algunos les llamaban “clínicas de calzados” por esta función.

Nuestro segundo capítulo de Sobrevivientes está dedicado a una reparadora de calzado que ha sabido sortear el paso del tiempo y la cultura de los zapatos desechables.

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Adonai es el nombre de esta reparadora de calzado, ubicada en la galería Ramos. En este mismo lugar antes estaba la también antigua zapatería Grillo. Entre las dos reparadoras, suman cerca 80 años de existencia en el centro penquista | Foto: Sala de Prensa

Adonai: “señor o amo” de las reparadoras de calzado

La reparadora de calzado Adonai está en la histórica Galería Ramos, del centro de Concepción. Es decir, se puede ingresar por la calle Caupolicán, frente al edificio de la galería La Hechicera, o bien por la Galería Universitaria en el paseo peatonal de calle Barros Arana. A pocos metros de la reparadora está el ex Cine Plaza, que permanece a la espera de un mejor destino.

Adonai es el plural mayestático en hebreo de la palabra señor, pero adjudicado a Dios. Su traducción al español es, más o menos, mi Señor o Amo.

Ahora, Adonai es un local arrendado por Óscar González Irribarra. Antes, estuvo en este mismo sitio la reparadora de calzado Grillo. En total, estas dependencias se han dedicado a la reparación de zapatos desde hace unos 80 años en la capital del Biobío.

Óscar nos recibe. Cuenta que empezó como zapatero a los 15 años en una fabrica de calzado de Barrio Norte llamada Roger, donde estuvo tres años. Luego, perfeccionó su técnica en históricas del rubro local como Caprice, Cartieri y JP.

Cuando ya tenía un local en la galería Monserrat, la familia Marisio lo contactó para ofrecerle este espacio. Así nació Adonai.

“Me ha dado muchas cosas este matrimonio”, indicó Óscar. “Educar a mis hijos y todo lo que tengo, es gracias a la reparadora de calzado”, sentenció.

Sobre los resultados que obtiene mes a mes, es claro. “No me quejo. Gracias a Dios, este local nos ha dado más, llega mejor clientela y otro tipo de clientela”, enfatizó.

reparadora de calzado Adonai
Oscar González, dueño de la reparadora de calzado Adonai, atendiendo su clientela | Foto: Sala de Prensa

González coincide con que, de a poco, han ido desapareciendo las reparadoras de calzado del centro penquista. “Aquí en el puro centro habían unas ocho y ahora están quedando dos más no”, expuso.

“Esto pasó cuando empezó a llegar el zapato chino. Antiguamente, nosotros teníamos mucho trabajo de reparación porque todo el mundo mandaba reparar su zapato de cuero. Hoy en día, el sintético llega acá y muchas veces no tiene reparación. Y cuando tiene, el precio que nosotros cobramos es mucho. Prefieren comprarse otro zapato chino en vez de mandar a reparar el calzado. Aquí se repara el zapato de cuero, la gente cuida su zapato de cuero”, concluyó el zapatero.

El laberinto de Adonai

Por fuera, la reparadora Adonai parece como cualquiera otra. Hay una sala de ventas, un lugar para sentarse, espejos a la altura de los pies, clientes que entran y salen. Pero, detrás de esta fachada encontramos un submundo. La existencia de un verdadero laberinto.

La tienda tiene un piso superior y un subterráneo. Los tres pisos están conectados por una escala de caracol, que sorprende por lo estrecha. Es increíble la agilidad de quienes deben subir y bajar con cirujana precisión.

Aquí está el corazón de Adonai, el reino de los zapatos. Aquí, gobiernan los maestros zapateros.

A medida que avanzamos, los olores se componen de cuero y pegamentos. También, la música típica de los lugares de trabajo se empieza a apropiar de los rincones, hasta que llegamos a conocer a los dos primeros personajes.

Eduardo Ramos comenta que se dedica al rubro “desde chico. Desde los 7 u 8 años”. El maestro continuó explicando su historia. “Yo trabajaba con mi papá. Él tenía fábrica y ahí aprendí todo para fabricar zapatos. O sea, uno va aprendiendo va mirando”.

Respecto al material, explica que  “ahora es puro chino. Es mejor el nacional, porque es cuero de calidad. Ahora, ya no se ve zapato en cuero porque es poco el fabricante”, añadió.

Trabajador Reparadora de Calzado Adonai
Eduardo Ramos es uno de los zapateros de la reparadora de calzado Adonai. Su historia es como la de muchos zapateros: empezó a los 7 años junto a su padre, que tenía fábrica | Foto: Sala de Prensa

Gonzalo Reuca es más tímido. Sin embargo, enfatizó en que no hace zapatos, sino que repara. “Yo voy a cumplir 40 años. Yo reparo, no hago nuevo. He aprendido con buenos maestros, y todavía aprendo. Hay otros que son quisquillosos y no enseñan”, reclamó.

Reparadora de Calzado Adonai
Gonzalo Reuca lleva 40 años como zapatero “yo hago pura reparación nomas, soy remendero” nos advierte este trabajador de Adonai | Foto: Sala de Prensa

Volvimos al primer piso, pero detrás de la escena principal de la tienda. En una esquina, Mabel es pura risa y alegría.  “Hago arreglos, cambio de cierre, descarnar y arreglo. Cuando es parchar, ya está el zapato hecho”, contó.

La reparadora nos muestra su reliquia: una gran máquina de coser, que debe pesar unos 100 kilos. “Esta tiene más de 150 años, es de las más antiguas que hay”, informó.

“Yo llevo más de 20 años trabajando, primero en Caprice”, aclara. “Así le he dado la educación a mis hijos”, aseguró.

Trabajadora de Reparadora de Calzado Adonai
Mabel lleva 20 años en Adonai, primero trabajo en Caprice. Hoy opera una maquina de mas de 100 años una reliquia que funciona con energía humana | Foto: Sala de Prensa

David Oñate Figueroa, como todos en esta reparadora, empezó muy joven. A los 16 años nos confiesa. Él está en la parte que sería “la urgencia” de la clínica del zapato. Aquí, llegan los pedidos urgentes o que se reparan en el momento. Además, se encarga de terminar las obras de calzado y despachar.

Reparadora de Calzado Adonai
David Oñate Figueroa es “rematador” en la Reparadora de Calzado Adonai. Es quien precisamente remata, pule y deja listo para la entrega los calzados en la Reparadora Adonai | Foto: Sala de Prensa

La reinvención de Adonai

Adonai ha sabido reinventarse. Óscar González nos cuenta que el hecho que hayan desaparecido las reparadoras de calzado en algún sentido los ha beneficiado. No solo eso, sino que incluso se han dado maña para incursionar en una tarea que no hacen a diario: fabrican zapatos a medida.

“Somos una reparadora muy conocida y vienen de todas partes, de Chillán incluso, porque también fabricamos. Zapatos de flamenco, de cueca, botas de huaso, todo eso a medida, y eso nos hace que seamos mas conocidos”, finalizó.

Puede que este sea uno de los secretos de su sobreviviencia: la capacidad de reinventarse, buscando nuevas oportunidades para competir ante el desleal negocio del frente. En este caso, al avasallador mercado de los productos importados de baja calidad.

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