Un proyecto de innovación alimentaria de estudiantes de la Universidad de Concepción creó la primera barra de proteínas de insectos chilena.
A la vanguardia del sabor y la tecnología, tres estudiantes de Ingeniería en Biotecnología Vegetal idearon este novedoso alimento. De no venir un tanax gigante desde el cielo, se proyecta que la barra se venderá desde enero de 2026.
El titulado Alejandro Olivares, además de los tesistas Marcela Paz y Matías Saavedra, están detrás de este producto. Dada su cualidad innovadora, obtuvo financiamiento del programa Semilla Inicia, de la CORFO, con el nombre de “Entoenergy”.
El sabor y la fórmula perfecta de este bocadillo energético cuenta, mayormente, con escarabajos molineros en su estado larvario de “gusano de la harina”, que son molidos y forman parte vital de los ingredientes. Entre otros ingredientes, se suma la proteína de soya, mantequilla de maní, dátiles y hasta sabor a chocolate.
“Está buenísima. Es literalmente todo lo que nosotros queríamos lograr”, comentó Alejandro. Marcela, en tanto, aclaró que “no fue muy fácil llegar a la formulación final, costó bastante, pero quedó muy rica”, en conversación con Noticias UdeC. Matías, por su parte, valoró que “tiene una textura suave, no es seca; es la primera barra de proteínas que pruebo y es húmeda. No es empalagosa y tiene un sabor muy rico”.
¿Cómo se ideó esta barra de proteínas con insectos?
La idea nació en clases y la desarrollaron mientras iban estudiando todo lo importante: consumo de insectos como alimento, el ciclo de vida del escarabajo molinero, cómo criarlo y revisando experiencias mundiales. Todo se logró, recuerdan, con apoyo constante de los académicos de Ciencias Forestales, su facultad.
El lanzamiento de la bichobarra se realizará en nuestra bella y sazonada ciudad. Considerando lo vanguardista del alimento, Daniel Aguilera, director del Laboratorio de Entomología de la Universidad de Concepción, recalcó que “en Chile no existe un alimento humano que utilice insectos. Eso significa que van a tener que superar una barrera cultural, para que la gente se atreva a consumir su barra”.
Nuestra patria, a diferencia de México, por ejemplo, no tiene muy extendido el consumo de insectos. A lo más, los niños se comen las hormigas de los árboles cuando son curiosos. Pero esto es algo que tiene presente y futuro, y no es porque sí. Tiene una razón.
El impacto ambiental y espacial de la entomofagia es muy bajo. Dichos animales son fuentes proteicas, vitamínicas y minerales muy eficaces para responder a la creciente demanda. La producción de insectos para alimentos usa muy poca agua y no necesita de grandes extensiones de tierra, porque se pueden criar de forma vertical. Además, no emiten gases de efecto invernadero”, agregó Alejandro Olivares.
Marcela Paz, en tanto, sumó que “los insectos son un superalimento y la gente no es consciente de eso. Tienen mucha proteína, todos los aminoácidos esenciales, tienen más fibra que muchos vegetales, y, por desconocimiento, no se comen”.
“Con la crisis climática, ya no es viable llevar el tipo de alimentación que tenemos actualmente y hay que dar soluciones verdaderas. Esta barra es una muy buena solución que, además, es riquísima”, cerró.
En los últimos días, en definitiva, prepararán el lanzamiento. Los últimos detalles van a quedar sellados mientras se optimiza aún más el desarrollo de este alimento, con el objetivo de llegar a todo Chile.

